RECUERDO aquel verano de lecturas, entre las que a mí me gustaban (Stephen King), alternaba con el dolor de la mano de Oscar Wilde, pues no solo de miedo se atormenta el corazón, y en la hora segura, la bendita siesta, bajar la persiana y leer algo de la colección de La Ballena Alegre o ver dibujos animados, donde tuve mi primer encuentro con La isla del tesoro. Años más tarde me haría adicta a las películas clásicas: de terror —porque las momias, como los museos, son para el verano, dejaba las de vampiros para arrebujarme con una mantuca en invierno— y a las de piratas (porque las de monstruos... Mejor explico otro día qué pasa con los monstruos y la canícula [Jurassic Park se estrenó un aciago 10 de octubre aún demasiado flamígero, al que no me pude resistir y se quemó el bosque entero]). Mientras, por piratas y por Fleming hube de llorar por Manuel, el pescador portugués de Capitanes intrépidos (respiré aliviada cuando volví a ver a Spencer Tracy convirtiéndose en Mr. Hyde, y hasta deseé que aquella pistola de chocolate que mordía, creo en la Costilla de Adán, le explotara en los dientes, pero a aquellas alturas de la película ya sabía yo lo que le pasaba en la realidad (pasó hace mucho) con Katharine Hepburn y que se había quedado atrapado, igual que en una maldición gitana, en el celuloide para vivir por siempre lo nunca vivido.
Volviendo a La isla del tesoro... [qué pesada, dirán algunos, ¿otra vez volverá a hablar de Ben Gunn?]. Pues sí, qué quieren, Ben Gunn me tiene obsesionada, desterrado del mundo, alejado de todo el mundo, con todo el tiempo del mundo: soñando con queso...

¡Y el kraken! (faltaría más).
Bañistas y lectores —intemporales les deseo—: pasen por http://islascircinus.blogspot.com, entreténgase un rato en la pestaña «Tienda» no solo porque ahí encontrarán las direcciones de compra en papel o descarga gratuita en PDF de la obra, sino también un valioso instructivo, detallado como un mapa del tesoro, para desenvolverse con éxito por Amazon.
Islas Circinus (clic en el mapa para ver en grande)
¿Un poco más?
Monki y el «Mieo» II (cortesía de MonkiTown)
No hay comentarios:
Publicar un comentario